miércoles, 1 de febrero de 2017

Salud Integral, Medicina Complementaria y Bienestar Subjetivo

Rodrigo González, 2017.

Salud Integral, Medicina Complementaria y Bienestar Subjetivo

Nuestro entendimiento de los procesos de salud-enfermedad han variado mucho en las últimas décadas, y junto a ello nuestros sistemas sanitarios han enfrentado grandes desafíos. ¿Cómo se resolverá todo esto? y antes que eso, ¿Qué es lo que está pasando en el ámbito de la salud?

Según mi entender, el desafío sanitario que enfrentamos tiene tres grandes aristas: el cambio en el perfil epidemiológico de la población, los principales factores de riesgo asociados a los procesos de salud-enfermedad y el funcionamiento del sistema de salud.

Un vistazo a datos epidemiológicos, nos muestra que las “enfermedades infecciosas” ya no se limitan al problema de las pestes, por poner un ejemplo, las infecciones que siguen generando ruido son las enfermedades de transmisión sexual y los problemas respiratorios en las grandes ciudades. En cambio, los principales problemas de sanitarios de hoy se clasifican como “enfermedades no transmisibles”, por ejemplo, en población joven los principales problemas se concentran en accidentes y salud mental, y en la adultez los problemas de salud se vuelven cada vez más crónicos, llámese cáncer, problemas cardio-respiratorios o salud mental. Seguidamente, si revisamos los principales factores de riesgo implicados, también descubrimos algo importante: la contaminación del aire, los metales pesados en el agua, los talatos liberados por los plásticos, las dietas con demasiada grasa, azúcar y sal, el sedentarismo, el estrés, el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, los rayos ultravioleta, los pesticidas en los alimentos, los colorantes, la falta de redes de apoyo, la falta de autocuidado … etc., son todos problemas sanitarios relacionados con estilos de vida poco saludables, variables sociocultuarles y contaminación ambiental.

Consecuentemente, la forma en que entendemos la salud también se está transformando profunda y ampliamente. Si desde los tiempos de Pasteur el protagonista de la medicina eran los microrganismos, actualmente los protagonistas de la medicina son las personas. La OMS definió la salud como un “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad” (OMS, 1946). Luego este concepto ha evolucionado hacia una visión más integral, dinámica e interactiva de la salud (Mantilla, 2007).

Por ejemplo, la Carta de Ottawa y Bangkok describe la salud ya no como un estado de completo bienestar, sino como un proceso dinámico y complejo que fluctúa en un continuum salud-enfermedad, resultado una relación armoniosa entre el individuo y su medio, prácticas de autocuidado y cuidado del otro y la introducción del bienestar espiritual como una nueva dimensión de la salud (OMS, 1986; 2005).

En este giro conceptual, han influido estudios sobre los determinantes sociales de la salud, los estudios que relacionan la salud con el medioambiente y la psicología de la salud:

-          En primer lugar, los estudios de Lalonde (1974) y el Canadian Institute for Advanced Reserch (2002)  han revelado que la salud puede ser explicada en un alto porcentaje por el entorno socioeconómico en que se desarrollan las personas, lo que resulta especialmente relevante si consideramos los niveles de desigualdad en Chile.
-          La OMS (2002) ha destacado la importancia que que tienen los problemas medioambientales para la salud mundial. Pues la salud exige que se mantengan los cíclos y sistemas naturales de los que dependen todas las formas de vida.
-          Se ha hecho cada vez más evidente la relación entre comportamientos, emociones, cogniciones, vínculos con los procesos de salud-enfermedad (Oblitas, 2008). Recientemente, se han publicado estudios que indican la relevancia de integrar variables de índole psicosocial para el desarrollo de estilos de vida saludables (Vidal, Chamblas, Zabala, Muller, Cecilia y Chávez, 2014).



La medicina imperante intenta imponer un modelo “basado en evidencia”, distinguiéndola de la “medicina tradicional” que se sustenta en la experiencia individual y la tradición cultural del médico. Pero dicha diferenciación dista mucho de la realidad, pues aunque las guías de práctica clínica se sustenten en métodos experimentales que tienen una utilidad incuestionable para la inmensa mayoría de los casos, en la realidad los casos clínicos pueden responder a un interjuego de un sinnúmero de circunstancias particulares o infrecuentes, que estadísticamente se disponen en los extremos de la curva de Gauss, precisamente en aquellas muestras que no cumplen con criterios estadísticos como para ser tomados en cuenta como evidencia significativa. Por ello, en la práctica clínica, el “ojo clínico” conseguido por la experiencia sistemática del médico y el intercambio de opiniones con sus colegas sigue siendo tan relevante. En realidad, la evidencia es indisociable de la experiencia o la tradición.

Además, aunque se reconoce que muchos problemas sanitarios responden a descripciones lineales que se pueden abordar con metodologías de investigación modernas, recientemente los epidemiólogos han comenzado a admitir que muchos de los problemas sanitarios que enfrentamos requieren metodologías de investigaciones no-lineales o complejas, lo que introduce cierto grado de incertidumbre en los resultados y la coexistencia de múltiples alternativas posibles (Ramis, 2004; Almeida, 2006). Es que no solo los procesos psicosociales se describen mejor con modelos no-lineales, sino también, muchos procesos orgánicos. No debemos olvidar que el cuerpo humano constituye el sistema complejo por excelencia, una intrincada red de relaciones emergentes organizadas en diversos niveles de complejidad: subatómico, molecular, celular, órganos, individuos, entorno social y medio ambiente.

Desde una perspectiva compleja, los procesos de salud-enfermedad deben ser comprendidos como "transobjetos", es decir, contemplados desde un prisma transdisciplinario y transcultural. Si estudiáramos el campo semántico de “medicina” seguramente nos encontraremos con la caricatura de un médico dando medicamentos a un enfermo, pero la definición de la medicina no siempre ha sido así. El significado de la calidad de vida y el bienestar surgen producto de una contrucción intersubjetiva que se inserta en una narrativa arquetípica más general, que trata sobre la lucha entre el bien y el mal. No es extraño, entonces que el campo semántico de “medicina” para un hombre de la antigüedad, estaría compuesto por un chamán o algún exoscista, pues efectivamente, los procesos salutogénicos han estado la mayor parte de la historia en manos de círculos religiosos, al punto que se consideraban casi inseparables.

En nuestro país, la práctica de salud más convencional es la medicina alópata occidental, es impresionante observar como progresan sus sofisticadas tecnologías, de hecho es bastante común que se apliquen decenas de exámenes antes de aplicar una cirugía, también llama la atención el nivel de especialización de los médicos, no solo se dividen según las partes del cuerpo, sino también según los distintos tipos de enfermedades, los diversos tratamientos y grupos etarios.

No obstante, aunque el desarrollo de la medicina alópata ha sido asombroso, en las últimas décadas las medicinas complementarias han adquirido un gran impulso. A pesar de las dificultades y limitaciones metodológicas que suponen, se ha observado un progresivo aumento de publicaciones relacionadas con la medicina complementaria. Además, cada vez más instituciones educativas han empezado a ofrecer cursos de medicina complementaria. Este cambio se relaciona con el aumento mundial del uso de medicina alternativa o complementaria. Según la OMS (2002; 2002a) en los países del hemisferio sur cerca de un 80% de la población consume medicina alternativa y complementaria, mientras que en países desarrollados esta cifra llega a poco más de un 50%. En algunos países la medicina complementaria es parte integrada de los sistemas de salud públicos formales.

Existen muchas razones (Godoy, 2003; OMS, 2002a) que pueden explicar el auge de la medicina complementaria, entre ellas debemos destacarlas siguientes causas:

- El bajo costo y fácil acceso de muchas de estos tratamientos.
- El médico convencional destina muy poco tiempo a la consulta, lo que no le permite conocer detalles personales y del entorno del paciente, que pueden ser importantes en la patología que éste presenta.
- Los grandes avances tecnológicos y la ultra-especialización han llevado a la despersonalización y deshumanización de las personas.
- Algunos pacientes quedan decepcionados con los malos o escasos resultados obtenidos por con los tratamientos alópatas para algunos casos clínicos.
- Puede satisfacer alguna necesidad espiritual arraigada en el sistema de creencia de la persona, recordemos que para Maslow la espiritualidad es una necesidad al igual que las otras.

¿Cómo debemos hacer frente a este fenómeno? Por supuesto razonar en forma balanceada, para no caer en el “entusiasmo acrítico” o el “escepticismo desinformado”. Sus críticos argumentan que la medicina alternativa no está debidamente regulada, y que no tiene suficiente fundamento científico. La verdad es que la medicina alternativa puede ser perjudicial si no se aplica adecuadamente y esto es más peligroso aún, considerando que existen muchos seudo-terapeutas estafando a la gente, que la mayoría de los pacientes no le informan a su médico alópata que usa medicina alternativa y que la mayoría de los médicos alópatas no tienen una comprensión profunda sobre la medicina complementaria y alternativa. Pero viéndolo en perspectiva, ¿a caso no se encuentran, en ambos grupos, malas prácticas como el lucro desmedido o la propaganda engañosa?

Según mi parecer, la crítica más profunda a la medicina convencional-alópata es el grado de despersonalización al que ha llegado, porque es precisamente la despersonalización un fenómeno muy perjudicial para la salud de los pacientes y los profesionales de la salud (García-Huidobro, Spröhnle, y Sapag, 2008). Por lo mismo, existe un movimiento tan fuerte entre los funcionarios de la salud tendientes a humanización de la atención (Gutiérrez, 2006). Respecto a este punto, creo que la medicina convencional tiene mucho que aprender de la medicina tradicional o complementaria.



Presentaré brevemente tres personajes icónicos de la historia de la medicina alternativa para dar cuenta de un panorama general de esta disciplina:

1ro. Hua Tuo es uno de sus representantes más importantes de la medicina tradicional china, destacándose como un hombre integral con elevados conocimientos, manejo técnico, por ejemplo, realizaba diagnósticos mirando a sus pacientes desde su exterior, tomándoles el pulso o haciéndoles un tantéo, practicaba operaciones con anestesia y conocía un amplio abanico de hierbas medicinales. Pero lo más relevante de su sistema de tratamiento eran aquellas técnicas que se derivaban de los principios de escuela Dao, en la Antigua China se decía que un médico era malo cuando solo se dedicaba a curar a los pacientes, pues la medicina era fundamentalmente preventiva y se dirigía al desarrollo mental y espiritual de las personas, por eso los tratamientos normalmente consistían en acompañamientos espirituales, indicación de un juego de ejercicios psicofísicos y dietas especiales, detección de bloqueos del qi en algún meridiano de energía y la aplicación de acupuntura (punción de agujas en puntos clave del cuerpo).

2do. El vitalismo atribuía las enfermedades a las perturbaciones sufridas por la energía vital, que dejarían el cuerpo más susceptible a influencias negativas. La medicina convencional suele combatir la enfermedad eliminando la causa de los síntomas, sin embargo, en el vitalismo los síntomas son potenciados ya que son considerados la forma que tiene el cuerpo de combatir el mal, lo que se traduce en una de sus premisas fundamentales: “lo similar cura lo similar” (la homeopatía). Por eso, se administraban pequeñas dosis de un agente fortalecedor del síntoma, en forma similar a las vacunas, y en forma paralela, el médico conversa cordialmente con el paciente, preguntándole no solo por sus síntomas, sino por su vida cotidiana, para potenciar el efecto placebo.

Edward Bach, observó que pacientes con enfermedades similares tenían algunas otras características de personalidad similares, así como morfología y gestos similares. Empezó entonces a analizar a sus pacientes no solo por sus enfermedades y síntomas, sino por sus personalidades. Después experimentar con algunas flores empezó a probar sus remedios con pacientes, recetándoles de acuerdo a su tipo de personalidad en lugar de a sus síntomas. Llegó a la conclusión que para corregir una enfermedad física, es necesario primero corregir los problemas emocionales del paciente.

3ro. Se cuenta que la iriología comenzó cuando Ignaz Peczelis descubrió un búho con una pata fracturada y una extraña mancha en el iris del animal y a medida que el animal mejoraba esta mancha del iris se iba modificando, años después desarrolló una compleja topología en que diversos fenómenos del iris se correspondían con distintos estados biológicos. Esta historia es muy ilustrativa, pues es muy común que la medicina complementaria recurra a medios diagnósticos y terapéuticos que asumen que cada parte del cuerpo es un reflejo que lo que ocurre en todo el organismo, no solo el organismo se considera un pequeño universo, también cada órgano es un mundo.

Hua Tou, Bach y Paczelis son solo algunos de los incontables referentes que podríamos mencionar. Las técnicas de la medicina complementaria son muy variadas: aromaterapia, hidroterapia, cromoterapia, homeopatía, flores de Bach, acupuntura, ayurveda, iriología, musicoterapia, masoterapia, reiki, naturoterapia, entre otras por el estilo. Sin embargo, a pesar de ser tan distintas, se pueden distinguir algunos principios comunes a todas ellas: todas tienen a la base los descubrimientos de la física cuantica, la biología de sistemas, la psicología transpersonal, la parapsicología y la religiosidad heredada durante miles de años; todas ellas:

1.       pretenden un trabajo integral (mente, cuerpo, sociedad y espíritu),
2.       son tratamientos personalizados,
3.       atacan las causas de la enfermedad,
4.       comprenden la enfermedad como una oportunidad de aprendizaje,
5.       fortalecen el autocuidado y la autocuración.

Un paréntesis medio en broma, Dennett y Dawkins han sugerido que la religiosidad es como una especie de virus de resfriado que infecta multitudes. En este caso, la medicina alternativa trataría a los infectados por la religión tratando de comprender qué le está ocurriendo a cada una de esas personas y en vez de eliminar el resfrío tratarían de buscar una lección de ella.

Usualmente se considera a disciplinas espirituales, como el Tai Chi o el Yoga, terapias alternativas o complementarias, sin embargo, creo que merecen una mención independiente por varios motivos. El propósito real de estos métodos es alcanzar la consumación espiritual y la mejora del estado físico es solo un beneficio que viene por añadidura. Estas escuelas ortodoxas de cultivación espiritual trabajan disolviendo ataduras cósmicas como el pecado o el karma, que son consideradas como los verdaderos causante de la enfermedad, algo que no puede alcanzarse en las medicinas alternativas o alópata. No obstante, hoy en día, la mayoría de los instructores de Tai Chi y Yoga se enfocan solamente en mejorar la calidad de vida o el estado de salud y no enseñan los principios hacia altos niveles de desarrollo espiritual, efectivamente, es muy difícil encontrar a un maestro verdadero.

Las técnicas terapéuticas se diferencian porque:
Formas de
Salud alópata occidental
Terapias alternativas basadas en el vitalismo
Disciplinas espirituales
Trabajan eliminando los síntomas o síndromes
Es el objetivo central de la salud alópata
Algunas tratan enfermedades
Curarlas enfermedades es solo una consecuencia
Mejoran el estilo y la calidad de vida
Algunos trabajan con el estilo y la calidad de vida
Todas buscan mejorar el estilo y la calidad de vida
Todas buscan mejorar el estilo de vida, mejorar su calidad es solo una consecuencia
Trabajan aspectos de personalidad
Algunos médicos trabajan con la personalidad
Por lo general trabajan aspectos de la personalidad
La personalidad y el cultivo de la virtud es un elemento central
Movilizan el Qi, la energía vital o el espíritu

La mayoría movilizan energias
Muchas trabajan movilizando energías
Trabajan aspectos que remiten al orden cósmico

En oportunidades esto se menciona
Trabajan con fenómenos cosmogónicos como el karma o la gracia.
Trabajan el desarrollo espiritual

En oportunidades esto se menciona
Es el principal objetivo de las disciplinas espirituales

Por otra parte, es sabido que la medicina complementaria se ha venido integrando progresivamente con la psicología transpersonal. Por ejemplo, el doctor Héctor Bazán es reconocido en Chile por integrar disciplinas como el yoga, taichí con las flores de Bach y el desarrollo personal, desde una perspectiva transpersonal. Ante ello cabe preguntarse ¿Cuál es la relación entre la espiritualidad, la psicología y los estados de salud?

Se pueden establecer diversas definiciones sobre el tema de la espiritualidad (Krishnakumar y Neck, 2002), que se pueden agruparse en tres perspectivas:

-          La perspectiva religiosa se funda en la creencia en un ser superior que designa el destino y estándares de conducta moral requeridas para la redención.
-          La perspectiva de origen intrínseco argumenta que la espiritualidad se origina en la interioridad del individuo. Involucra un sentimiento de estar conectado con uno mismo, los demás y el universo.
-          La perspectiva existencial enfatiza la búsqueda activa de significados vitales que puedan realizarse en la comunidad, familia y el trabajo, contribuyendo al bienestar, salud y armonía de todos.

Basándose en estas definiciones se pueden distinguir cuatro formas de relacionar la salud con la espiritualidad: La relación personalista no asume una perspectiva espiritual, y por lo tanto, considera que para mejorar la salud se puede prescindir de la espiritualidad, ya sea en sus formas religiosas y no religiosas ya que son procesos independientes. La relación tradicional asume una perspectiva religiosa, y por tanto, para establecer la relación con la salud, comparan la salud de grupos religiosos y no religiosos. La relación moderna distingue la espiritualidad de religiosidad, considerando la espiritualidad desde una perspectiva intrínseca, y por lo tanto, para establecer una relación entre salud y espiritualidad compara la salud en grupos con alta y baja espiritualidad cotidiana, distinguiendo si son grupos religiosos y no religiosos. Y por último la relación tautológica, que basándose en una perspectiva existencial, considera a la salud como parte intrínseca de su definición, ya que es una espiritualidad que se realiza concretamente en la vida, y por tanto, una espiritualidad que no contribuye a la salud no es espiritualidad, ya sea religiosa o no religiosa. Revisemos cómo ha evolucionado el estudio sobre la espiritualidad y la salud (Quiceno y Vinaccia, 2009).

Eduardo Yentzen (2004), haciendo un análisis de la espiritualidad en nuestros tiempos. Dice eufemísticamente  que si la modernidad había declarado la muerte de Dios, la posmodernidad ha anunciado su resurrección, Dios-dice- ha vuelto, pero con otro rostro. Desde el Parlamento mundial de las religiones de 1893 la espiritualidad ha pasado de ser de predominantemente religiosa a predominantemente intrínseca. En esta circunstancia, es comprensible, que a partir de ese entonces, los estudios sobre espiritualidad intentaran caricaturizar la experiencia religiosa, etiquetándola o descalificándola, una relación de tipo tradicional entre salud y espiritualidad.

Los primeros estudios en la psicología de la religión se esforzaron, en general, por relacionar la religiosidad de tradiciones judeo-cristianas con otras variables negativas de personalidad como la baja autoestima, la ansiedad, el neuroticismo o el autoritarismo. Sin embargo, dichas  investigaciones fueron poco contundentes, encontrándose solo correlaciones muy bajas (menores a 0,2) o contradictorias entre distintos estudios (en algunos estudios se presentaban relaciones negativas, en otros positivas y en otros relaciones no significativas). Lo único que se saca en límpio de stas investigaciones es que la apertura como rasgo de personalidad tiende a estar negativamente correlacionada con una religiosidad de tipo fundamentalista. Todo parecía indicar que la religiosidad era una variable mucho más compleja de lo que se pensaba y  una variable multifactorial con algunas dimensiones más positivas que otras. Además, a partir de estos estudios, se empezó a postular que la espiritualidad es relativamente independiente de otras dimensiones de la personalidad (Garcés, 1985).

Esta visión peyorativa sobre las religiones judeo-cristianas que algunos médicos, psicólogos y sociólogos intentaron infundir, generó diversas reacciones en los círculos religiosos judeo-cristianos.  Algunos intentaron integrar sus creencias religiosas con las contribuciones de la psicología, haciéndolas más aceptables de cara a la comunidad. Pero una buena parte rechazaron a la biopsicosociología, argumentando que las enseñanzas encontradas en la palabra de Dios son suficientes para la solución de todas las problemáticas humanas, y, que por lo tanto, podían prescindir de dichos conocimientos profanos.  Más allá de todas las controversias, es casi indudable que casi todos los pastores y sacerdotes cristianos aplican algunos principios psicológicos, mientras que algunos psicólogos han incorporado en sus prácticas y teorías algunos elementos del cristianismo. Con el tiempo, esta escisión fue desapareciendo, de hecho, hoy en día es ampliamente aceptado que una religiosidad sana contribuye bienestar físico, mental y social.

Por ejemplo, en  una revisión realizada por Quiceno y Vinaccia (2009) sobre la relación entre espiritualidad y salud. Encontraron que: “en cuanto a la salud física los estudios han estado centrados particularmente en la actividad inmunológica, las neoplasias y enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, neurológicas y dolor… y en cuanto a la salud mental los estudios han estado enfocados en las adicciones, el suicidio, la delincuencia, la ansiedad-depresión, el estrés, la esquizofrenia, el psicoticismo y los trastornos bipolares...” En general, en todos estos estudios se han encontrado efectos positivos asociados a la espiritualidad.“Las investigaciones basadas en la evidencia plantean que aunque las personas no sean sumamente religiosas en su diario vivir, pueden serlo en momentos de enfermedad, debido a la experiencia de pérdida de control personal, frente a la situación que los lleva a la búsqueda de un poder más alto o un Dios para encontrar los propósitos de la vida y enfrentar situaciones estresantes...”. En otro estudio Mayoral, Laca y Mejía (2010) establecieron relaciones de tipo modernas, reportando que los ateos y agnósticos reportaron mayor espiritualidad cotidiana que los cristianos y católicos, y que la experiencia espiritual cotidiana se correlacionó positivamente con satisfacción vital, el afecto positivo, y el bienestar psicológico, y correlacionó negativamente con los indicadores de ansiedad y depresión.


Bienestar Subjetivo

Como se puede ver, la psicología de la espiritualidad converge con la psicología de la salud y la psicología positiva al considerar la  salud-enfermedad desde un enfoque de promoción, la resiliencia, la prevención e intervención positiva.

Seligman (2012) elaboró una clasificación de fortalezas y virtudes desde una psicología positiva. Para hacer esta clasificación realizó un análisis de distintas culturas y épocas históricas, identificando características centrales del carácter valoradas por filósofos morales y pensadores religiosos. El análisis de éstas ha dado lugar a un consenso, que considera fundamentales virtudes como la sabiduría, el coraje, la humanidad, la justicia, la templanza y la trascendencia. Se trata de valores universales llevados a la acción. Las fortalezas son los aspectos psicológicos que caracterizan a dichas virtudes, tales como la apreciación de la belleza, el optimismo, la gratitud, el humor y la espiritualidad. Según Seligman, existen varias razones por las cuales se ha considerado a la trascendencia espiritual sea considerada una virtud. La espiritualidad provee un marco moral y normativo que permite construir una visión del sí mismo en relación al mundo coherente, y que sirve cómo fuente de significados y propósitos, facilitando la promoción de emociones, valores y conductas prosociales y estrategias de apoyo social.

Emmons (2005) es un psicólogo que ha estudiado con profundidad la religiosidad como un medio de desarrollo personal y una mejora en la calidad de vida. Según su teoría la espiritualidad refleja aspectos centrales de la identidad, que cuando logran realizarse concretamente en la vida, aumenta el sentido de coherencia e integración a través del tiempo, lo que puede redundar en un mejor bienestar subjetivo o un aliciente para el desarrollo personal. Según Emmons el bienestar subjetivo está relacionado con la consecución de metas centrales en la vida. Por su parte, la espiritualidad ofrece una fe que compromete y orienta la vida hacia las más profundas aspiraciones humanas, las preocupaciones últimas, las que se impregnan cada una de las experiencias de propósito y significado. Al mismo tiempo, este contexto de relaciones tradicionales espirituales ofrece una visión sobre cómo afrontar la vida, las estrategias para conseguir esas preocupaciones últimas y los mecanismos para regular las emociones.

Una razón que explica la importancia central de la espiritualidad en el funcionamiento motivacional de la personalidad es la rica vida afectiva en la que se ven envueltas las experiencias espirituales.  Por ejemplo, en el cristianismo  el amor, la gratitud, la esperanza, el perdón y el gozo suelen asociarse a Dios y a experiencia espiritual (Taha, Florenzano, Sieverson, Aspillaga y Alliende, 2011; Casullo, Morandi y Donati, 2006; Valero, 2012). Existen varias razones para esta relación espiritualidad-afectos:

En primer lugar, la religión prescribe que emociones y que nivel de intensidad es adecuado a cada situación;
En segundo lugar, la fe como visión de mundo determina una forma particular de relación con el entorno, lo que tiene implicancias afectivas, por ejemplo, una religión puede enseñar a tener una actitud activa y receptiva a otros;
En tercer lugar, la religión tiene una serie de hábitos que tienen por objeto la regulación de las emociones. Con respecto a la regulación emocional se suelen distinguir tres tendencias en la vida religiosa. Los movimientos carismáticos cultivan intensas emociones positivas, los movimientos contemplativos hacen hincapié en la paz, tranquilidad y el sosiego de las pasiones (por ejemplo, el cristianismo enseña el dominio de la envidia, la ira, el orgullo o la lujuria), y los movimientos religiosos metódicos hacen énfasis en la conciencia emocional y la autorregulación;
Por último, las experiencias místicas son en sí una singular y poderosa experiencia emocional, en la que se vive una profunda conexión con lo sagrado y unidad con Dios o el Cosmos.

Pero no se debe pensar que todas las formas de espiritualidad son positivas, ya hemos analizado algunas formas de espiritualidad negativa, cuando revisamos los estudios sobre las sectas destructivas. Por el momento examinemos como puede manifestarse una religiosidad sana. Para este propósito, es necesario definir lo que es religión, para luego describir los distintos tipos de religión.

La definición de religión está compuesta por tres elementos: la religión tiene una creencia sobre la espiritualidad, un grupo que realiza un rito o costumbre socializada y un código de conducta que guía la vida. Siguiendo la línea de Fromm  y James se han realizado distintas investigaciones intentando distinguir la religiosidad positiva y negativa.

Pargament (Pargament y  Abu-Raiya, 2007) ha estudiado la religiosidad como un estilo de afrontamiento frente al estrés, que puede tener consecuencias positivas o negativos, dependiendo de la primacía de la búsqueda de apoyo social, la reinterpretación positiva y el afrontamiento activo. En el afrontamiento religioso positivo la persona intenta purificarse, y busca apoyo o ayuda del líder o miembros del grupo espiritual, cree en un Dios cercano y benevolente que lo perdonará. En cambio, en el afrontamiento religioso negativo el sujeto se encuentra desmoralizado con su proceso de desarrollo espiritual, se siente a merced de los demonios y no busca ayuda o apoyo, cree que Dios es un ser poderoso que debe castigarlo por las faltas cometidas.

Pargament (1997) aplicó a un grupo estudiantes un programa de conversión orientado al afrontamiento religioso positivo, a partir de lo cual, se separaron los estudiantes en tres grupos: los conversos, los que experimentaron cambio gradual y los que no se convirtieron. Además se midió estrés, sucesos vitales, motivación al cambio, y autoconcepto. Los autores encontraron que en los conversos y lo de cambio gradual sufrieron un notable cambio en el autoconcepto, habían bajado significativamente los niveles de estrés y aumentó la percepción de competencia, en comparación con los no conversos.

Probablemente esta diferencia se relacione con distintas etapas del desarrollo, y es de esperar que cuando el sujeto se vaya desarrollando espiritualmente surja una espiritualidad más sana: Por ejemplo, Gordon Allport (1950) distinguió, la religiosidad inmadura, guiada por motivaciones extrínsecas, en la que la persona es egoísta y generalmente representa los estereotipos negativos que se tiene sobre la religión; de la religiosidad madura, guiada por una motivación intrínseca, en la que la persona es dinámica y de mente abierta (Simkin y Etchezahar, 2013).

Como se ha descrito a lo largo del libro, en el último siglo la física, la biología y las ciencias sociales, están atravesando revoluciones trascendentales, la medicina no podrá abstraerse de todo ello, y pese a la resistencia, paulatinamente incorporarán los nuevos descubrimientos en sus prácticas clínicas. Por el momento el desafío está claro, y se llama “Prevención”, hoy la salud no puede entenderse como un proceso independiente de los procesos educativos y de desarrollo humano, este es el camino para el desarrollo de estilos de vida saludable y la construcción de una cultura preventiva.

Necesitamos entregarle a la atención primaria de salud un rol protagónico en el sistema sanitario, con estructuras fractales que permitan una amplia distribución y profunda compenetración con las personas. Los países que presentan un sistema de salud basado en una Atención Primaria de Salud (APS) robusta, son aquellos que cuentan con “equipos profesionales con mayor formación técnica en APS, mayor tecnología disponible en sus centros de atención y una organización de trabajo en equipo que combina atención clínica efectiva con un trabajo centrado en la familia y la comunidad. Modelos de APS con estas características se asocian a estrategias de atención más integrales, menos redundantes y más eficientes” (Centro de Políticas Públicas UC, 2014; OMS, 2008). Igual de relevante resulta prestar mayor atención a los problemas de salud mental, que son considerados tristemente como “El Pariente Pobre del Sistema de Salud” pese a las altas tasas de prevalencia de nuestro país (Valdés y Errázuriz, 2012).

BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html

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