Rodrigo González, 2017.
Psicología Humanista: su
rol en la formalización de lo transpersonal
Ya que hemos abordado
algunos de los aportes iniciales desde la psicología, ahora describiré
brevemente la teoría humanista de Maslow y la psicología existencial de Frankl,
que dieron paso al inicio formal de la psicología transpersonal.
La psicología tuvo como origen,
la ciencia experimental y la práctica clínica. Por un parte, la psicología
experimental, de la mano del conductismo, en su esfuerzo por legitimarse como
ciencia dura, dejó de lado el mundo interno. Por otra parte, la clínica,
encabezada por el psicoanálisis, se originó como una respuesta al tratamiento
de determinadas patologías, centrándose en lo inconciente y oscuro. De esta
manera, el conductismo y el psicoanálisis, se transformaron en la primera y a
segunda fuerza, que dominaron el medio. De cierta manera, la psicología
humanista, la tercera fuerza, surge como una respuesta frente a estas dos
primeras fuerzas.
El precursor del
humanismo, Abraham Maslow
(1971; 1964; 1954; 1968), explicaba: “Freud nos proporcionó la mitad enferma de la psicología
y nosotros quisiéramos ahora complementarla con la mitad sana”. Maslow creía
que los seres humanos tienen una fuerza interna o vocación para mejorar, en
otras palabras, tienen un potencial positivo que se debe desplegar. Para
expandir este potencial, las personas requieren satisfacer sus necesidades, y
en medida que tienen satisfechas las necesidades más básicas se sienten
motivadas a autorealizarse. Las
personas autorrealizadas, que están desarrollando plenamente su potencial, son
personas morales, honestas, sociables, autónomas y espontáneas, optimistas, realistas,
que experimentan las dificultades como desafíos, preocupadas por sus cercanos y
por la humanidad, y que se sienten motivadas intrínsecamente para entregarse en
su trabajo y relaciones íntimas, experimentando, a través de dicha entrega,
conmovedoras sensaciones de flujo y sentido de unidad, llamadas experiencias
cumbre.
El estudio de las experiencias cumbre llevó inevitablemente
al estudio de la espiritualidad, pues estas experiencias eran especialmente
frecuentes en los practicantes de disciplinas espirituales. Los fundadores de
la psicología humanista, Maslow y Sutich,
se encontraban insatisfechos con respecto a la teoría que habían creado.
Fueron cada vez más concientes de que habían dejado fuera un elemento
extremadamente importante: la dimensión espiritual de la psique humana. Esta
preocupación era parte de una tendencia amplia, que incluía a Anthony Sutich, Stan
Grof y James Fadiman, entre otros. Todos ellos se sentían motivados por
expandir la psicología humanista más allá de su centro de atención sobre el yo
individual, interesándose por el estudio de la dimensión espiritual de la
existencia humana (Grof, Lukoff, Hartelius y
Friedman, 2010; Grof, 2010).
Sutich y Maslow
discutieron sobre qué nombre dar al nuevo movimiento, propusieron
humanisticism, una especie de humanismo místico, luego transhumanista.
Finalmente decidieron sustituir el termino transhumanista por transpersonal,
más allá de la persona o máscara (un concepto propuesto por Grof). En 1967
Maslow, siendo presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA),
presentó públicamente la “cuarta
fuerza”. Días después, Maslow anuncio la creación de la Journal of
Transpersonal Psychology, dando inicio formalmente a la psicología
transpersonal (Grof, Lukoff, Hartelius y
Friedman, 2010; Grof, 2010).
En junio de 1969 se
publicó el primer número de la Journal of Transpersonal Psychology, donde
apareció la primera definición de la psicología transpersonal, destacando su
carácter científico: “La psicología transpersonal (o Cuarta Fuerza) es el
nombre dado a una fuerza emergente en el campo de la psicología por un grupo de
psicólogos y profesionales de otros campos que están interesados en las
capacidades y potencialidades humanas últimas que no tienen un lugar
sistemático en la Primera Fuerza (la teoría positivista o conductista), la
Segunda Fuerza (el psicoanálisis clásico), o la Tercera Fuerza (la psicología
humanista). La emergente Cuarta Fuerza (la Psicología Transpersonal) esta
específicamente interesada en el estudio científico y la implementación
responsable de las metanecesidades, los valores últimos, la consciencia de
unidad, las experiencias cumbre, los valores-B, el éxtasis, las experiencias
místicas, el Ser, la auto-actualización, la esencia, el asombro, el sentido
último, la trascendencia del self, el espíritu, la unidad, la consciencia
cósmica… los fenómenos transcendentes... y los conceptos, experiencias y
actividades relacionados” (Grof, Lukoff, Hartelius y Friedman, 2010; Grof, 2010).
Viktor
Frankl (1988;
1990; 2001; 2012) es un psiquiatra que estuvo recluido en un campo de
concentración. En esta experiencia aprendió la importancia de descubrir un significado autotrascendente de
vida, una razón para existir que se encuentre más allá de uno mismo, en
sus palabras, un logos.
Según Frankl, el hombre
es un ser que participa de tres dimensiones o capas, siendo las más externas
las que permiten la expresión del núcleo: así los rasgos orgánicos de una
persona pueden expresar su carácter y esto a su vez lo espiritual. El ambiente
puede determinar aspectos psico-físicos, pero no la existencia espiritual del
hombre, ya que es el núcleo espiritual el que define los fines hacia los que se
dirigirán las capas más externas.
La propia existencia
espiritual es irreflexiva, es lo más sagrado que hay en el hombre y está en lo
más hondo de él, protegida por el pudor y, por lo tanto, lo espiritual es
intencional pero inconsciente (algo parecido al supraconciente de Assagioli).
El núcleo espiritual puede caer en la arrogancia y el egoísmo, al intentar
medirse según valores creados por él mismo, de manera que termina cayendo en el
vacío existencial y el aislamiento. Por lo tanto, no puede medirse a sí mismo
según una serie de valores si no cuenta con un valor supremo. El inconciente
espiritual se encuentra en diálogo e interacción con Dios, quien nos regala una
misión, un supersentido, que se va descubriendo mediante la fe y revelación. En
la medida en que consideremos nuestra vida como una misión, la espiritualidad
será, gracias al amor, un portavoz y realizador de valores que darán un
significado trascendente a la vida.
Posteriormente,
Maslow dio la razón a la tesis de Viktor Frankl. Se dio cuenta de que la personas afanadas
en su autorrealización sufrían una serie dificultades para lograrlo, en cambio,
las personas que se comprometen con valores autotrascendentes, encontrando un
sentido más allá de sí mismo y de las circunstancias, se realizaban con mayor
facilidad. A partir de ese momento, la teoría humanista dio un vuelco. Desde
estar centrada en el sí mismo se comenzó a hablar de la importancia de la
trascendencia, que en muchos casos estaba relacionada con un significado
espiritual que le confería un sentido a la vida (Zuazua, 2001).
Maslow fue todo un
visionario, adelantándose a muchos de los debates que se desataron en años
venideros. En resumen, su teoría pasó por tres grandes etapas: en una primera
etapa, basándose en el estructuralismo, expone su teoría de las necesidades
como una progresión hacia niveles más altos; en una segunda fase, desarrolló la
teoría transpersonal basándose en el experiencialismo-individual de las
experiencias cumbre; y en una tercera etapa, integra los significativos aportes
de Frankl, reformulando su teoría del desarrollo como un continuo
descubrimiento y realización de significados con sentido, de manera que el
sujeto se libera de su egoísmo, entrando en armonía con la sociedad, la naturaleza y lo numinoso.
Para comprender el giro
que sufrió la psicología humanista es clave comprender el contexto histórico en
el que se desarrolló esta teoría. Durante los años 50 una serie de escritores,
llamados Generación Beat, promovieron el rechazo a los valores estadounidenses
clásicos, el uso de drogas, la libertad sexual y el estudio de la filosofía
oriental. Esta ideología se legó durante los años 60 a la contracultura hippie, que comenzó a
incorporarse paulatinamente en la psicología, especialmente la humanista.
Posteriormente, durante los setenta psicólogos como Timothy Leary se
convirtieron en cabecillas visibles del movimiento.
Leary (Leary, Litwin y
Metzner, 1963; Leary, 1957). era un psicólogo interpersonal que creía que la
forma de ser y la dinámica interna de la personalidad se definía a partir de
las interacciones comunicativas que desarrollamos, ya sean interacciones con
personas concretas o representaciones internas de personas. Estas interacciones
comunicativas pueden variar dependiendo del grado de afiliación y dominio. Como
resultado del entrecruzamiento de estas dos dimensiones se podía construir un
modelo geométrico de personalidad llamado circumplejo interpersonal. Además,
estudiaba la personalidad en una serie de niveles de conciencia, dependiendo de
la profundidad y amplitud comunicativa, agrupándolas en niveles de complejidad
cada vez mayores. El nivel más profundo era el de los valores, el yo ideal y
las normas subjetivas; en segundo nivel, el inconciente no expresado, que
incluye aquellos elementos evitados o distorsionados; el tercer nivel, la
simbolización privada pre-conciente, que se expresa en las fantasías; el cuarto
nivel, la descripción conciente que se expresa en declaraciones verbales sobre
uno mismo y los otros; y en cuarto lugar, la comunicación pública que se
expresaba en la conducta interpersonal. Posteriormente, Leary se dio cuenta que
cuando se encontraba en estos alterados de conciencia, inducidos por LSD podía
comunicarse con entidades “encontradas en otras dimensiones pertenecientes a
niveles de complejidad mucho mayores”, como espíritus, los entes de la
naturaleza o extraterrestres. Estas interacciones comunicativas, también podían
estudiarse en diversos niveles de análisis que se correspondían con niveles de
conciencia cada vez mayores.
La teoría de Leary era muy interesante, sin
embargo, su vida estuvo rodeada de escándalos. Fundó una secta e inducía a sus
seguidores a hacer cosas inmorales en contra su voluntad. Su vida sería un
presagio del curso que llevaría posteriormente el movimiento transpersonal,
llena de charlatanes que mezclan un montón de teorías y técnicas para embaucar
a la gente, personas motivadas por intereses por fama, beneficios personales, o
arrojadas a satisfacción sin límites de todos sus deseos. Una fama que se ha
ganado la psicología transpersonal, y como consecuencia le ha costado mucho
ganar legitimidad, pese a los destacados científicos que han trabajado
seriamente en ella.
Por otra parte, gracias a
la moda contracultural, la psicología transpersonal tuvo muy buena acogida
entre el público general. Destacándose la creación del Instituto Esalen y la
celebración los primeros congresos de psicología transpersonal.
El “movimiento del
potencial humano” desde los año 60 organizó diversos grupos de desarrollo
personal. Michael Murphy y Richard
Price formalizaron la enseñanza práctica y experiencial originada de
este movimiento, fundando el mítico primer Instituto del Potencial Humano Esalen, situado en California.
Lugar donde se reunían y enseñaron los legendarios fundadores de la psicología
transpersonal (Kripal, 2008).
En 1971 se creó la
Association of Transpersonal Psychology que celebró la primera conferencia en
California. A partir de entonces de organizaron una serie de congresos que
extendieron rápidamente el movimiento por todo el mundo (Grof, Lukoff,
Hartelius y Friedman, 2010; Grof, 2010).
En 1973 se celebró la
primera conferencia internacional en Islandia, luego en Finlandia y Brasil.
Tras lo cual, Stanislav Grof en colaboración con Michael Murphy y Richard
Price, decidieron crear la International Transpersonal Association (ITA), la
que organizó una serie de exitosos congresos a nivel internacional. Hasta que
se celebró el congreso de la ITA en Kioto el año 1985, en el cual por problemas
administrativos se perdieron cerca de 50.000 dólares, enviando a la ITA a la
quiebra (Grof, Lukoff, Hartelius y
Friedman, 2010; Grof, 2010).
Sin embargo, la ITA logró
sobrevivir, gracias a que la editorial de una revista transpersonal (dirigida
por Wilber) ofreció un préstamo para la realización de otro congreso. Esta vez,
los Grof decidieron organizarlo en California, una alternativa más segura desde
un punto de vista financiero, y de hecho lo fue, así que la ITA no sólo pudo
pagar su deuda, sino que consiguió suficiente dinero para organizar su próximo
congreso. Luego de realizar una nueva serie de destacados congresos
internacionales, en 2004, ni los Grof, ni sus colegas, se mostraron dispuestos
a invertir más esfuerzos en la organización de los congresos. La ITA había
muerto, pero no tardaría en resucitar (Grof, Lukoff, Hartelius y Friedman, 2010; Grof, 2010).
En el congreso mundial de
Espiritualidad y Psicología celebrado en Delhi, en 2008, David Lukoff,
Directivo la Asociación Norteamericana de Psicología Transpersonal (ATP), llamó
a una reunión para discutir la formación de un grupo en internet que uniera la
comunidad transpersonal en una nueva organización internacional, organizada en
un grupo de google. A dicha reunión asistió Harris Friedman, editor de la
revista International Journal of Transpersonal Studies, quien propuso recuperar
el nombre de ITA y continuar con su tradición y congresos. Grof consintió la
iniciativa y Friedman se ofreció a solicitar fondos a la Fundación Floraglades,
para rehabilitar a la ITA como una organización sin fines de lucro. Los
participantes del grupo google acordaron aprobar este proyecto con Friedman
como presidente, y Lukoff como vice-presidente (Grof, Lukoff, Hartelius y Friedman, 2010; Grof, 2010).
BIBLIOGRAFÍA
http://vidaculturaycosmos.blogspot.cl/2017/02/bibliografia.html
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