miércoles, 1 de febrero de 2017

Estructuras supraconcientes y experiencias holotrópicas

Rodrigo González, 2017.
Estados no convencionales de conciencia
Estructuras supraconcientes y experiencias holotrópicas

La antipsiquiatría había pavimentado el camino para un renovado interés por estudiar estados no ordinarios de conciencia. Luego, con el bum contracultural de los 70 se incentivó el desarrollo de una serie de líneas de investigación: la psicodelia, la mística, la antropología de la conciencia, los estudios sobre la meditación y las experiencias extracorpóreas, etc.

Psicodelia

Desde edades primigenias, nos topamos en la naturaleza con hongos mágicos, cactus sagrados, amapolas, cannabis y otras plantas “medicinales”. Así también, de la fermentación surge el espíritu de las frutas y granos, lo que hoy llamamos alcohol. Las drogas han jugado un rol preponderante en nuestra historia y son parte integral de la historia de nuestras religiones, los chamanes desde siempre han recurrido a drogas psicoactivas, las escuelas de misterios del Antiguo Egipto y de la Grecia Clásica también las usaban, la marihuana se encuentra en el núcleo de los rastafari, etc.

Como ya hemos visto, el consumo de drogas puede provocar adicciones y un estrechamiento del estado de conciencia. Pero bajo condiciones especiales y bajo supervisión parecen expandir nuestra conciencia.

Albert Hofmann (2006), es el químico que sintetizó por primera vez el LSD, desencadenando una avalancha de investigaciones. Al descubrir sus efectos, se comenzó a investigar su relación con los estados psicóticos, en esta aproximación inicial se descubrieron algunos usos terapéuticos, que dieron paso a la terapia psicolítica y psicodélica, la que combinaban una aproximación terapéutica psicoanalítica con administraciones periódicas de dosis bajas a los pacientes. Timothy Leary, Richard Alpert y Ralph Metzner fueron unos de los primeros psicólogos en investigar los efectos psicológicos del LSD. A partir de estos estudios se publicaron manuales para dirigir sesiones psicodélicas (Leary, Litwin y Metzner, 1963).

Personajes de renombre como Grof, Fadiman, Tart y el mismísimo Aldous Huxley escribieron sobre los viajes psicodélicos, ayudando a la rápida difusión de estas investigaciones. Aldoux Huxley en sus obras “Las puertas de la percepción” (1953) y “Cielo e infierno” (1956), nos ofrece una rica descripción de sus propias experiencias bajo el efecto de la mescalina, el LSD y la psilocibina: síndrome de desmotivación, una percepción suspendida del tiempo y el espacio, intensificación y vivificación de la percepción, extraordinarias visiones de alta carga emotiva, y sentidos de identidad expadidos, acompañados de nuevas comprensiones del universo. En realidad, se trata de una multiplicidad de efectos.

En realidad, es difícil precisar los efectos de los psicoactivos, porque dependen de la condición psíquica del consumidor y la atmósfera que se crea en torno a su consumo. Por ejemplo, el  consumo de psilocibina imita los efectos de la serotonina, se trata de una sensación parecida a la obtenida luego del orgasmo, donde se experimenta un intenso placer, acompañado de una inhibición generalizada de las funciones corporales. En estas  condiciones, el organismo se encuentra especialmente sensible y sugestionable: si el contexto evoca en el sujeto buenas experiencias, entonces será una experiencia agradable, pero si el ambiente evoca experiencias traumáticas, será un “mal viaje” (Leary, Litwin y Metzner, 1963).

Stanislav Grof (1988) explica que los estados no convencionales de conciencia pueden ser negativos o positivos para el desarrollo personal, en caso de ser negativos se les puede llamar estados alterados, pero si resultan positivos han de ser consideradas experiencias holotrópicas. El término deriva del griego “holos” (totalidad) y “trepein” (ir hacia), significa moverse hacia la totalidad; y refleja el estado de bienestar, la sensación de unificación con el entorno y la integración de la personalidad, en un todo autotrascendente. Al comienzo, experimentó con LSD, descubriendo que se podía acceder concientemente a experiencias intrauterinas e inclusive anteriores a la gestación, es decir, experiencias que originalmente se encontraban a nivel inconciente. Gracias a la emergencia de dicho material se podían trabajar psicodinámicamente y experiencialmente estas experiencias.



Rick Strassman (2001) investigó el principio activo de la ayahuasca, una sustancia psicodélica llamada DMT, que permitía a los consumidores percibir “otros mundos”. Strassman se percató de que muchos de los ingredientes y las enzimas necesarias para la formación de DMT existen en concentraciones muy altas en la glándula pineal, por otra parte, se han detectado índices de DMT endógeno en la fluidos corporales de personas que no lo han consumido ayahuasca. Estos antecedentes llevaron a Strassman a especular que la glándula pineal puede secretar DMT endógeno, desempeñando un rol en las alucinaciones visuales y las experiencias cercanas a la muerte.

El tercer ojo o glándula pineal era considerada en la antigüedad un punto clave para el desarrollo espiritual, pero que durante mucho tiempo se subestimó como un órgano vestigial carente de importancia. Hoy, por el contrario, se ha redescubierto su grabitante influencia. Anatómicamente,  la glándula pineal humana es una parte de las vías visuales localizado en el centro geométrico del encéfalo. Funcionalmente, es un órgano fotosensible,  magnetosensible y a la vez secretor de mensajeros químicos como la melatonina, siendo capaz de sincronizar los ritmos biológicos, los estados de conciencia y los ciclos cósmicos (movimientos de rotación y traslación de la Tierra), al transformar la información visual en hormonas (ej. triptófano > serotonina > melatonina), que regulan variables tan distintas como los estados de ánimo, la sexualidad, el sistema inmune, los ciclos circadianos o la percepción de la luz (Bardasano, 1978; Persinger, 2003).

Experiencias místicas

Otro de los campos de investigación de la psicología transpersonal es la mística. Se trata de una experiencia espiritual donde se vive un “sentido de unión con lo sagrado”. Pero ¿Cuáles son las características de dicha experiencia mística? Etimológicamente lo místico nos remite a una vida espiritual íntima, subjetiva, de difícil acceso, y que se encuentra cubierta por un halo de misterio y por lo mismo es de difícil definición. Por otra parte, la operacionalización del concepto se vuelve más escurridiza si consideramos que está cruzada por un intenso debate entre quienes han intentado devaluar la mística y quienes han buscado rescatar su valor.

En ciertos estudios antropológicos, que abordan la mística, se expresa una atmosfera suspendida en escepticismo y una tendencia a devaluar la experiencia mística como algo extraño y primitivo, como algo del pasado que no corresponde a nuestra cultura. Por contrapartida, la  avanzada universalista argumenta que la mística es un factor casi universal (Wilber, 1996), pues la historia de las religiones está llena de experiencias místicas. Se describen episodios similares en la cábala judía, el misticismo cristiano, el sufismo islámico, en el budismo y en la vedanta. Así mismo, en la actualidad es común encontrarla en algunas formas de espiritualidad no religiosas. Por lo tanto, no se trataría de un fenómeno ajeno a nuestra cultura y época. Seguidamente, los universalistas se apoyan en este razonaminto para afirmar que la experiencia mística, es una disposición potencial presente en todas las personas.

El problema del universalismo es que elude sustantivas diferencias entre culturas y de paso fomenta un prejuicio exocultural, que se plasma los acentos que se ponen a la definición de la experiencia mística. Por ejemplo, Wilber describe una experiencia mística más cercana a la vedanta, los Junguianos más cercana al gnosticismo, los teologos católicos más cercananos al cristianismo medieval. Una posible solución es sincerar la posición del autor sobre los acentos culturales que le dará a sus estudios. En nuestro caso, hemos decidido recurrir a las experiencias de Santa Teresa y el maestro Eckehart, como ejemplos paradigmáticos de mística occidental, pues síntesan en forma maravillosa el proceso que el alma debe de seguir para llegar a la unión con Dios, desde una visión más cercana a nuestra cultura (Sta. Teresa, 1588; Sta. Teresa y San Juan, 1984; Barbosa, 2011).

Suponiendo ciertos patrones universales, se podrían resumir las principales características de la experiencia (fenomenológica) mística en los siguientes puntos: rapto, inefabilidad, intuición intelectual, exaltación moral orientada al desarrollo, emocionalidad sublime y conciencia cósmica. (Álvarez,  Medina, Alonso y Silva, 1998; Barbosa, 2011; Bucke, 1980; James, 1902).

En el novato la experiencia mística invade y somete las funciones de la conciencia, de ahí que se diga que es una experiencia eminentemente pasiva. Es una especie de rapto, como si la conciencia fuera llevada súbitamente fuera de sí misma y transportada a un mundo misterioso, que tiene cualidades sensibles y lógicas distintas al mundo habitual. No obstante, suele ser una experiencia muy breve o transitoria, por lo general no supera algunos minutos. Ahora bien, a medida que el místico avanza en su camino espiritual adquiere progresivamente mayor dominio sobre la situación, hasta transformarse en un hábito frecuente de la mente.

La inefabilidad es probablemente el rasgo más controvertido de las experiencias místicas, pues desafía la lógica de nuestra filosofía occidental. SeudoDionisio (Andereggen, 2009) decía que Dios se encuentra más allá de lo sensible y lo intelegible, todo cuanto se puede decir de Dios es lo que no es, y por tanto, la mística, como sentido de unión con Dios, se asemeja a una cumbre donde se escucha un mensaje en el silencio, se contempla la luz en las tinieblas y se degusta el sabor de lo insípido. ¿Cómo se puede afirmar la existencia de una experiencia que no puede explicarse por sí misma, que no puede definir su contenido característico en palabras? Por este motivo, las experiencias místicas se parecen más un estado afectivo que un estado intelectual, por responder a un juego del lenguaje distinto al intelectual. Como diría Nagarjuna (Gómez, 2008), responde a una concepción de la realidad indefinidad o interdeterminada. De esta inefabilidad deriva otra característica de la experiencia mística, la necesidad de hablar de lo indecible lleva al místico a emplear paradojas, metáforas y otros recursos artísticos para captar su sensibilidad. Por esto, se llama mística también a todas aquellas prácticas y productos culturales, inspirados en las experiencias místicas. Así por ejemplo, se le llama poesía mística, los mandalas budistas o a la intrincada arquitectura de los daoistas.

La intuición intelectual se refiere a una intensa sensación de haber captado una verdad insondable y trascendental, es como si de un instante para otro, nos hubiéramos iluminado a un principio nuevo, captando el significado de una signo que conocíamos, pero que nunca se nos había revelado su verdadero y profundo sentido. No se trata de un insight cualquiera, sino de una experiencia que intuye lo absoluto, fundiendo las aparentes contradicciones en una unidad. Un insight normal se compone de la comprensión cognitiva y el sentimiento de haber comprendido reflejado en la conducta, resulta que en la intuición intelectual, el místico tiene el sentimiento de haber comprendido, sin poder explicar claramente aquello que comprende. Es usual que la intuición intelectual venga acompañada de visiones, por ejemplo, se percibe la presencia de algún ser, pero su resplandor es tan intenso que no se pueden definir sus caracteristicas con claridad. Las visiones son similares a las alucinaciones, pseudoalucinaciones o alucinosis, en cuanto que se percibe algo que otros no perciben, pero es distinta de ellas, ya que en las visiones no se percibe un contenido concreto sino solo su presencia, como si se tratara del brillo de una sombra o un negativo fotográfico.

Otra característica de las experiencias místicas, es que siempre incorporan una exaltación moral orientada al desarrollo, como si se avanzara a través de distintas fases, donde se enfrentan distintas dificultades y se desarrollan distintas virtudes. Por ejemplo, Santa Teresa, explica metafóricamente que el místico ha de seguir un camino con siete moradas, que representan distintos niveles de unión del alma con Dios: las primeras moradas son purgativas y gracias a ella el alma se vacía de todo pensamiento y fantasía; las siguientes moradas son iluminativas y en ellas se provoca un estado crepuscular de conciencia donde se provoca un debilitamiento de las funciones psíquicas (la noche oscura del alma descrita pos San Juan de la Cruz); y finalmente la morada unitiva donde se logra el éxtasis y las facultades psíquicas quedan completamente absorbidas en Dios.



La emocionalidad sublime es el rasgo más sobrecogedor de la experiencia mística. Las experiencias místicas tienen una intensidad tan elevada, y su emocionalidad adquiere tal nivel de sutileza que resultan extraordinarias y sobrenaturales para quien las experimenta, es decir, resultan cualitativamente distintas a las experiencias afectivas ordinarias, ejerciendo una poderosa influencia sobre la vida. Por ejemplo, emociones como la mudita en el budismo, el cibei en el qigong, la gracia en el cristianismo son difíciles de definir en el marco del sentido común. Una mención especial merece el “Amor” (unión con Dios) como un elemento central de la mística. Los místicos se sirven infructuosamente de todo tipo de metáforas como el amor filial, el amor fraternal, el amor cortés, el erotismo y el matrimonio, para explicar su experiencia, sin embargo, esta experiencia es tan compleja que sobrepasa todas estas alegorías.  El episodio más distintivo de la mística cristiana es relatado por Santa Teresa de Avila (1588; 1984; 1981):

“Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal; lo que no suelo ver sino por maravilla. Aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese en si: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parece todos se abrasan. Deben ser los que llaman cherubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros, y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos, un dardo de oro largo y al fin de hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan ecesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento”.

Se trata claramente de una experiencia inquietante, asombrosa, de difícil comprensión, que intuye lo absoluto y que tiñe de tonos sublimes cada uno de los sentimientos.

Por último, la más característica de sus cualidades: la conciencia cósmica o sensación de totalidad. En la mística, el sujeto tiene la impresión de que su conciencia se ha expandido, que es capaz de experimentar cosas que antes no podía, se percibe con esto las finas interrelaciones entre los fenómenos, integrando todo ello en una visión general del cosmos. Reproduzco parte de la experiencia descrita por Richard Bucke (1980) para su mayor entendimiento:

 “Estaba en un estado de gozo tranquilo, casi pasivo, no pensando realmente, sino dejando que las ideas las imágenes y las emociones fluyeran por sí mismas a través de mi mente. De repente, sin ningún aviso previo, me encontré envuelto en una nube de color del fuego. Durante un instante pensé en un incendio, en una conflagración inmensa en aquella gran ciudad; inmediatamente después, supe que el fuego estaba dentro de mí mismo. Justo después me vino un sentimiento de exaltación, de un gozo inmenso acompañado o seguido inmediatamente de una iluminación intelectual imposible de describir. Entre otras cosas, llegué no meramente a creer, sino que vi que el universo no está compuesto de materia muerta, sino que es, al contrario, una Presencia viva; me volví consciente de la vida eterna dentro de mí mismo. No era una convicción de que tendría la vida eterna, sino una conciencia de que poseía entonces la vida eterna; vi que todos los hombres son inmortales; que el orden cósmico es tal que sin ningún azar todas las cosas trabajan juntas para el bien de cada una y de todas; que el principio que fundamenta el mundo, y todos los mundos, es lo que llamamos amor, y que la felicidad de cada uno y de todos es en último término absolutamente cierta. La visión duró unos pocos segundos y se fue; pero el recuerdo de ella y el sentimiento de la realidad de lo que enseñaba han permanecido durante el cuarto de siglo que ha pasado desde entonces. Supe que lo que la visión mostraba era verdad. Había alcanzado un punto de vista desde el cual vi que debía ser verdadero. Esa visión, esa convicción, puedo decir, esa conciencia, no se ha perdido nunca, ni siquiera durante los periodos de depresión más profundos”.

Como se aprecia en el relato, se conjugan una serie de elementos que normalmente se aprecian por separado, como si todo estuviera relacionado holísticamente, no es que esto se comprenda racionalmente (como lo haría la teoría de sistemas) sino que vive como una experiencia sensible. La tendencia a asociar y el tono maníaco de este relato, nos recuerda la fenomenología psicótica, no obstante notamos que no hay una desorganización de las ideas, por el contrario, se encuentran muy bien organizadas y resultan bastante lógicas. En retrospectiva, podemos notar que la mística no es solo una experiencia aislada, muchos eminentes científicos han incorporado paulatinamente dicha visión holística en sus teorías, quizás como decía Bucke la conciencia cósmica pasaría a ser una cualidad de la próxima etapa del desarrollo humano.

Además de la investigación de corte fenomenológico sobre la mística, también se han postulado una serie de teorías desde el psicoanálisis y la neurociencia que resultan interesantes, para un fin explicativo del fenómeno místico. Los esfuerzos por encontrar “un punto de Dios” o un “gen de Dios” han sido muy polémicos, así que es importante detenernos un poco sobre ellos.

El aura epiléptica es una breve transformación del estado de conciencia que antecede al ataque epiléptico, este estado se caracteriza por una disolución del mundo exterior y la amplificación de las experiencias internas. Es muy común que durante estas auras se den fenómenos espirituales similares a los descritos por los místicos, lo que ha incitado a la neurociencia a buscar un fundamento epiléptico en las experiencias místicas (Persinger y Hill, 2003). Concretamente ¿qué es lo que ocurre durante un cuadro epiléptico en el lóbulo temporal? Durante una crisis epiléptica se da una sincronización excesiva de neuronas corticales del lóbulo temporal, provocada por excitación aumentada (ej. glutamato) y una función inhibitoria disminuida (GABA), así pues, el aura epiléptica se daría en algún punto donde este efecto comenzaría a producirse. Recordemos que el lóbulo temporal medial está relacionado con el hipocampo (encargado de la memoria), por esto, es probable que una sobrexcitación en esta zona genere la sensación de dejavu; la zona de Wernicke está relacionada con la comprensión del lenguaje, por lo tanto, una sobrexcitación en esta zona podría traer una hiperasociatividad y una interpretación peculiar de las sensaciones; el área de asociación parieto-temporo-occipital se encuentra asociada a la integración de distintos sentidos y a la configuración tiempo-espacio, de manera que, si se viera sobreexcitada, sería razonable esperar que cambiara la percepción del entorno; y por último, en el área baja, de asociación límbica-temporal se integran las emociones con las sensaciones, lo que explicaría porqué se da una intensidad emocional tan especial. Como se ve, los efectos son muy variados y debería diferenciarse según sean las zonas comprometidas.

Los ataques epilépticos del lóbulo temporal también pueden afectar la glandula pineal, y como ya se ha mencionado, la glándula pineal es un órgano que se encuentra vinculado a la síntesis de serotonia y los estados de conciencia. Las vías serotoninérgicos funcionan homólogamente a los psicoactivos, constituyendo una fuente natural de experiencias psicodélicas, en caso de ser estimuladas adecuademente. (Persinger y Hill, 2003).

Beauregard y Paquette (2006) estudiaron cuáles son las zonas del cerebro que se ven involucradas durante la experiencia de unión con Dios en monjas carmelitas. Descubrieron que se activan zonas como el tronco cerebral, el núcleo caudado, y la corteza orbitofrontal medial derecha (parte de las vías dopaminérgicas), la ínsula izquierda (estructura que integra información propioceptiva, emocional y cognitiva), la corteza temporal medial derecha (encargada del recuerdo del estado afectivo), el lóbulo parietal derecho (encargado de integrar las información espacial) y la corteza cingulada anterior y corteza prefrontal medial izquierda (implicadas en la detección de conflictos y el autocontrol). Estos resultados parecen indicar que cuando las carmelitas recuerdan el estado de unión con Dios experimentan intensas experiencias afectivas y fuertes deseos, que intenta modular integrando apreciaciones procioceptivas y del entorno espacial.

Tal parece ser que las vías dopaminérgicas, las vías del deseo y el placer, también desempeña una función importante en las experiencias místicas. Como ya se había explicado es común que durante los episodios psicóticos y maníacos se den experiencias espirituales, es precisamente en este tipo de estados donde se eleva la dopamina, también se da un aumento en la dopamina cuando se consumen drogas o cuando se experimenta el clímax sexual. Tritsch (Tritsch, Ding y Sabatini, 2012) había mostrado cómo la activación de vías dopaminérgicas (sustancia nigra y el área tegmental ventral) generan efectos inhibitorios por la liberación de GABA (recordemos que la baja de GABA se relacionaba con epilepsia). Esto, gracias a la VMAT2 (que es normalmente considerado un transportador para Dopamina). Ya anteriormente, Hamer (2004) ha había indicado que el gen encargado de codificar el VMAT2 se correlaciona con la autotrascendencia (desde el modelo de Cloninger).

James Leuba (1909) creía que las experiencias místicas surgen de procesos autosugestivos, que disocian razón y emoción, amplificando la conciencia interior a expensas de la conciencia exterior, con el propósito de dejar la conciencia completamente invadida por el afecto, en forma similar a cómo ocurre en las histerias. Sin embargo si nos detenemos en el experimento de Beauregard apreciamos que las monjas carmelitas eran capaces de inducir dichos estados al recordarlos, y no solo eso, eran capaces de mantener activas zonas encargadas del autocontrol, es decir, eran capaces de manejar sus experiencias espirituales a voluntad (Beauregard y Paquette, 2006).  Es decir, no se da la disociación entre emoción y razón descrita por Leuba, tampoco se da la tal llamada atrofia de la voluntad. Aunque es probable que Santa Teresa haya padecido una epilepsia en el lóbulo temporal, y se haya visto invadida por las auras epilépticas, al parecer ella paulatinamente desarrolló técnicas epileptogénicas que le permitían inducir y regular dichos estados voluntariamente. Ahora se entiende a los místicos cuando dicen que la experiencia mística puede venir por gracia o por santidad (técnicas epileptogénicas). Como argumenta James, el hecho que las experiencias místicas tengan un fundamento neurológico (como puede ser la epilepsia), no desestima su valor. Por ejemplo, todos nuestros pensamientos, sentimientos, experiencias, están asociados a un estado fisiológico particular, pero es el pragmatismo, es decir, su utilidad lo que le otorga valor.

Estados de conciencia en el chamanismo

Carlos Castaneda es un antropólogo que popularizó en el mundo académico el estudio de los chamanes. Antropólogos como  Michael Harner (2006) o Josep Maria Fericgla (2016) recogieron este interés, especializándose en el estudio de ritos y procesos psicosociales involucrados en la cultura chamánica, que luego derivaron en diversas técnica psicoterapéuticas, como los talleres catárticos de Integración Vivencial de la Propia Muerte o el programa Takiwasi en Perú, que trabaja con drogodependientes.

Según Fericgla (2006) el chamanismo no es solo la acción individual de un chamán, es una cultura, un sistema de relaciones que organizan la realidad. El Chaman es un personaje que domina el arte de re-construir significados con sentido práctico dentro de su orden cosmológico y re-crea nuevas formas de vida y líneas de adaptación, es un intermediario entre lo sobrenatural y natural. Esto se logra gracias a que el chamán ha desarrollado la capacidad de disociarse mentalmente y manipular la imaginería mental, que se auto-induce a partir del uso de enteógenos y danzas, combinadas con el uso de ritos metafóricos. El chamán cumple, por lo tanto, una función adaptógena, ya que induce técnicas que activan de estructuras internas y amplían la conciencia, con el fin de actualizar todas las potencialidades del ser humano.

El trabajo etnográfico, en estos casos, se convierte en un proceso de aprendizaje donde el antropólogo es iniciado y entrenado por un chamán. Este camino usualmente comienza con la llamada denominada “enfermedad chamánica”. Durante esta fase, el futuro chamán puede experimentar percepciones extraordinarias, como viajes al mundo subterraneo y ataques de demonios o experiencias de muerte y desdembramiento, seguidas por un renacimiento y un ascenso a regiones celestiales. Cuando estas pruebas se completan, la persona se convierte en chamán y vuelve a la comunidad integrándose en su dinámica. La mayoría de los estados de conciencia en el chamanismo son inducidos por técnicas persuasivas y sonidos monótonos como los del kultrún y solo en algunos casos se consumen enterógenos.

Es importante distinguir entre los estados de conciencia del chamanismo y otros tipos de estados no ordinarios de conciencia, por ejemplo: El éxtasis chamán es distinto a la posesión, en el primer caso el chamán conserva su integridad psíquica, en cambio, en la posesión seres espirituales se encarnan en la persona, haciéndola perder su voluntad; El éxtasis chamán se diferencia del éxtasis cristiano, ya que este último es meramente contemplativo, mientras que en el caso del éxtasis chamán se resignifica activamente la realidad; Se diferencia del budismo, ya que en el chamanismo, no necesariamente se disuelve el yo, solo se disocia; Se diferencia de los episodios psicóticos, ya que durante la psicosis disminuye drásticamente la dimensión de control, las cosas se vivencian como amenazadoras e impositivas, se escinde la personalidad, y disminuyen los afectos positivos y conexión emocional con otros seres humanos, en cambio, en el chamanismo aumenta el autocontrol, la actitud es templada y amable (Walsh y Vaughan, 1994, ver tabla)

Dimensión
Chamanismo
Meditación vipassana
Yoga Pantajali
Esquizofrenia
Control. Capacidad de entrar y salir a voluntad del estado no convencional de conciencia
Si
Si
Si
Perdida dramática del control
Control. Capacidad de controlar el contenido de las experiencias
^ Parcial
^ Parcial
Elevado control
Bajo control
Conciencia del entorno
Baja
Baja
Baja
Baja y distorsionada
Capacidad de comunicación
Ocasionalmente
Habitualmente
Ninguna
Distorsionada
Concentración
Fluida
Fluida
Fija
Baja
Agitación
Alta
Habitualmente baja
Baja
Agitación extrema
Calma
Baja
Habitualmente alta
Extrema paz
Alta
Afecto
Positivo alto, Negativo bajo
Positivos tienden a aumentar
Beatitud inefable
Habitualmente negativo e inadecuado
Sensación de identidad
Sentido de identidad separada
Identidad de deconstruye y se convierte en un flujo
Self inmutable o trascendente
Perdida de fronteras del ego. Dificultad para distinguir entre sí mismo y el medio
EEG
Si, éxtasis controlado
No
Perdida de conciencia corporal
En contadas ocasiones descontrolada
Contenido
Imaginería coherente e integrada determinada por cultura chamánica y objetivo del viaje
Deconstrucción de experiencias complejas en sus constituyentes estimulares en un flujo continuo.
Objeto individual o conciencia pura
Frecuentemente desorganizada y fragmentada



Meditación y otras tecnologías de la conciencia

Uno de los aspectos del desarrollo espiritual más estudiados son las prácticas de meditación, ya que se han descubierto una serie de implicancias terapéuticas y de autocuidado.

Usualmente en occidente la palabra meditar se asocia a pensar, pero, si bien tiene relación con el pensamiento, no se restringe necesariamente a ese marco. Las prácticas de meditación son muy diversas. He escuchado a algunos autores decir que la meditación se refiere solo a la atención plena, a otros que solo abarca técnicas de atención plena y técnicas cotemplativas, en círculos transpersonales en cambio prefiere hablar de tecnologías de transformación de la conciencia en un sentido más general. Pero la distinción de ambos conceptos, es ambigua, en la misma meditación pueden  integrarse técnicas psicofísicas, técnicas dialógicas, de atención plena y contemplativas. Por lo cual, considero más práctico usar una definición más laxa de meditación, integrando todas las tecnologías de la conciencia.

Entonces, ¿qué son específicamente las prácticas de meditación? Las prácticas de meditación pueden ser entendidas como técnicas para automodificar el estado de conciencia, con el objetivo de llegar a un estado de vacío que ayude al meditador a liberarse de sus corazas, persamientos  y afectos nocivos.

Podemos distinguir distintas técnicas meditativas, que suelo clasificar en cinco tipos:

·         Mente en Blanco: Seguir el curso natural sin intensión hasta llegar al vacío. Las otras técnicas pueden complementarse con objeto de prepararse para esta fase.
·         Psicofísicas: Se promueven ciertos estados fisiológicos. Se dividen en dos, pueden aumentar la activación o bajarla. Por ejemplo, aumentar o disminuir el ritmo de la respiración, relajar progresivamente la musculatura, o realizar un ejercicio al ritmo de la música.
·         Atención Plena: Poner atención al momento, dejando ir todo pensamiento sin enfatizar nada. Suele derivarse de una práctica contemplativa (ej. concentrarse en la respiración).
·         Contemplativas Enfocarse en un pensamiento, imagen o sonido a enfatizar. Por ejemplo, visualizar como uno mismo desarrolla una virtud o imaginar como el ambiente se vuelve más recto, limpio y brillante.
·         Dialógicas y Reflexivas: Cuestionar la realidad, para luego realiza un encuentro conciliador con alguna entidad en un espacio íntimo. Preguntarse  la diferencia entre el bien y el mal o preguntarse quiénes somos en realidad. Pedir consejo o perdón, dar las gracias, compartir, comprometerse.

Alcanzar el estado de vacío suele ser bastante complejo si se intenta desde un comienzo, pero con un continuo desarrollo personal y la práctica cotidiana de técnicas de meditación se puede facilitar el logro de este objetivo.

Stanislav Grof junto a Cristina Grof (Grof, 1988; Grof y Grof, 1995; Grof y Grof, 1989).
, su señora, desarrollaron la respiración holotrópica, una técnica psicofísica basada en la hiperventilación, capaz de inducir experiencias holotrópicas, sin necesidad de ingerir drogas. Gracias a esta técnica lograban que los participantes de dichas experiencias pasaran por sucesivas etapas de desarrollo personal, en cada etapa se generaba una micro-crisis, en la que moría el yo para luego reintegrarse en forma más amplia e integrada con el cosmos. Además realizaron un estudio detallado de las experiencias transpersonales, concluyendo que pueden ser consensualmente validadas, y que incluso, la percepción del mundo en estados holotrópicos puede ser más precisa que nuestra percepción cotidiana.

En la misma línea de los Grof, otros investigadores exploraron otras maneras de alcanzar estados no ordinarios de conciencia por medios psicofísicos sin necesidad de drogas. Por ejemplo,  John Lilly (1956) logró que individuos sometidos a aislamiento sensorial prolongado accedieran a estados no ordinarios de conciencia similares a los descritos por Grof.

Una de las prácticas de meditación más estudiadas es el mindfullnes o atención plena, el mindfullnes es una técnica reformulada de una práctica que se les enseñaba a los principiantes cuando se estaban iniciando en la religión budista. Consiste en concentrarse sostenidamente en un estímulo (por ejemplo, la respiración) y reorientar continuamente la atención cuando otro pensamiento o estímulo interfiere en la concentración. Al comienzo, lo que usualmente sucede es que, vienen oleadas tras oleadas de pensamientos, de los cuales es difícil liberarse, pero con la continua práctica, la mente puede irse librando de tales interferencias, hasta que se logra mantener la concentración durante bastante tiempo (Hayes, Stroshal, Wilson y Hayes, 1999).

Vygotsky enfatizó en como el lenguaje se interiorizaba hasta constituir el psiquismo. A la vez, esta postura se puede  relacionar con la propuesta de Skinner sobre la conducta verbal enmascarada. El hecho es que las personas tienen narrativas o diálogos internos y estas voces a la vez se relacionan con la conducta interpersonal. El mindfullnes logra acallar dichas voces prestándoles atención.

Hayes, Stroshal y Wilson Hayes (1999) son algunos de los psicólogos cognitivos-conductuales que han estudiado el mindfullnes. Desde esta perspectiva, cuando mencionan al “yo contenido” se refieren a los pensamientos, distinguiéndolo del “yo contexto” para referirse al yo observador. La mayoría de las personas tienen dificultades para distinguirlos ya que se encuentran identificados con sus pensamientos. De hecho, mindfulness es considerado como una técnica no verbal que fortalece funciones metacognitivas, facilitando la desactivación del lenguaje, el descondicionamiento o la reestructuración cognitiva. Esto permite generar un espacio entre los estímulos y las respuestas, creando entre ambos un tiempo para autorregular la conducta, dando la opción al individuo para que acepte, libre de juicios, la realidad y se comprometa libremente con sus valores, sin la interferencia de esas voces que lo han condicionado. La mente deja de pensar en base al principio hedonista, enfocado en alejarse del dolor y acercarse del placer, que se encuentran a la base del reforzamiento positivo y negativo, lo que promueve un mayor sentido de autodeterminación centrado en el aquí y ahora.

Eckhart Tolle (2007) ha destacado el problema que se presenta cuando el ser humano se identifica con sus propios pensamientos. Luego la mente utiliza al sujeto volviéndolo su esclavo. Es un fenómeno similar al de una posesión donde el poseído se identifica con el poseedor. En cambio, cuando el yo contexto escucha atentamente al yo contenido, sin ningún juicio, pronto el sujeto comienza a distinguir su verdadero ser, una especie de sí mismo que no está mediado por el lenguaje y que va mucho más allá de la noción de Yo. El pensamiento pierde entonces su poder sobre el sujeto.

Como explica Andrew Newberg (Newberg, Alavi, Baime, Poudehnad, Santanna y d´Aquili, 2001), durante el mindfullness se incrementa la actividad prefrontal-dorsolateral-izquierda y decae la actividad parietal-posterior-superior- izquierda la experiencia (véase imagen SPECT que contrasta la línea de base con el estado de meditación) lo que explica la experiencia espacio-temporal de unidad con el cósmos. Además se detectó una actividad distintiva en los lóbulos temporales. En estas manifestaciones habría al menos dos neurotransmisores involucrados, la dopamina prefrontal estaría vinculada a la sensación de bienestar y autodominio, y GABA temporal estaría relacionada con la capacidad de vaciar la mente.



Davidson y Goleman (Davidson, Lutz, Brefczynski-Lewis, Johnstone, 2008; Davidson, Brefczynski-Lewis, Lutz, Schaefer y Levinson, 2007; Goleman, 2003) realizaron pioneras investigaciones en las que señalaban como la práctica continua de atención plena puede generar  cambios perdurables en el carácter que se materializan en cambios en el sistema nervioso, es decir, cambios psicobiológicos beneficiosos y permanentes. Estas ideas fueron las precursoras de lo que acabaría convirtiéndose en una de las nociones más importantes de la neurociencias, la plasticidad cerebral. De la misma manera que practicar con el violín aumenta tanto el número como la conectividad de las células implicadas en el desempeño musical, el entrenamiento en meditación evidencia un significativo aumento en la activación fronto medial izquierda comparada con la mostrada antes de emprender el entrenamiento. A la vez, este cambio se ve acompañado por un mejor funcionamiento del hipocampo, lóbulos temporales anteriores, el sistema inmunitario y la regulación pineal de la melatonina. En la misma línea investigativa, otros estudios a nivel molecular revelan cómo la química del ADN puede ser cambiado por la experiencia en formas que afectan a la expresión de nuestros genes, mediante el aumento o disminución en el nivel de expresión de ARNm, es decir, la meditación tendría la posibilidad de incluso cambiar el temperamento (las bases neurobiológicas del comportamiento).

Elmer Green y Alyce Green (1977) se percataron que los yoguis tenían un alto grado de control fisiológico, emocional y cognoscitivo, de muchas respuestas que tradicionalmente se consideraban automáticas o inconcientes, es decir, mejoraban la capacidad para autorregular la conducta, liberando a la persona de los condicionamientos biológicos y sociales. Por ejemplo, podían regular voluntariamente los ritmos del EEG, controlaban el ritmo cardiaco, el metabolismo, la dilatación pupilar, las contracciones del estómago que generan el vómito, reflejos faciales, la resistencia galvánica de la piel, etcétera.

El procedimiento por el cual se lograba este control voluntario de respuestas automáticas fue llamado bioretroalimentación, es una técnica que combina metodologías contemplativas y psicofísicas. Básicamente consiste en que el sujeto pone atención a información relativa a la función fisiológica que se desea regular y paralelamente busca controlarla concientemente. Psicólogos cognitivo-conductuales se interesaron en estos fenómenos, logrando demostrar que era posible condicionar operantemente respuestas incondicionadas como las funciones viscerales (Green y Green, 1977). Posteriormente Jacobson desarrolló una técnica que podría considerarse un tipo de bioretroalimentación, llamada relajación muscular progresiva, que es la base de la mayoría de las técnicas de relajación. De forma resumida, podría decirse que las técnicas de atención plena producen una activación del sistema nervioso, en oposición a los efectos de relajación, donde se ven disminuidos los parámetros de la actividad del sistema nervioso central (Jacobson, 1938).

Otra práctica muy estudiada es la Meditación Trascendental (TM), una técnica derivada del yoga de tipo contemplativa, que fue estandarizada que desde los años 60. Consiste en la recitación de un mantra, que se repite sin esfuerzo hasta que la mente está absorbida y el torbellino de pensamientos se calme (Wallace, 1970). La popularidad de las técnicas contemplativas se introdujo progresivamente en la psicología bajo el nombre de “visualizaciones” o “imaginerías”, pero a diferencia de ellas las llamadas visualizaciones no son autodirigidas, por lo general son dirigidas por otra persona que sugestiona ciertos estados (Martínez, 2012).

Una de las técnicas dialógicas más interesantes son las oraciones, es decir cuando los cristianos se ponen en contacto con un ser espiritual, por lo general Dios, para dialogar sobre distintos temas y así hacer frente a los avatares de la vida, le confiesan sus pecados, le piden perdón, le piden consejo, le agradecen, le alaban, etc. Un aspecto llamativo de la oración es su capacidad para cambiar la vida de quien la practica. Como ha demostrado la psicología positiva, prácticas comunes en la oración como dar las gracias o guardar esperanza en mejoras futuras tienen un impacto positivo en el bienestar psicológico. Además, como explica Parker y Johns (1073),  la oración puede ser un poderoso instrumento en psicoterapia, de hecho, es común que en técnicas psicoterapéuticas se promueva la exteriorización de diálogos internos, en forma similar a como se practica la oración, como si el el cambio del sujeto se facilitara al verse reflejado en dicho dialogo. Friese y Wänke (2014) realizaron un experimento con personas de distintas creencias (cristianos, agnósticos, ateos y otros religiones) que nos ayuda a entender porqué la gente recurre a la oración en momentos difíciles. Según muestran los resultados del estudio, quienes rezaban cinco minutos mostraban una mayor capacidad para controlar las emociones y tuvieron un mejor rendimiento en la prueba Stroop que evalúa competencias ejecutivas. En cambio, quienes pensaban libremente sin orar exhibían menos autocontrol o un agotamiento cognitivo que interfería en la ejecución de pruebas como Stroop.

Es probable que algunas técnicas de meditación sean mejores que otras dependiendo de la personalidad. Por ejemplo, es lógico pensar que los introvertidos se sientan más cómodos con técnicas más pasivas, mientras que los extrovertidos se sientan más a gusto con técnicas más activas. También algunas técnicas pueden ser mejores que otras dependiendo de los objetivos, por ejemplo, si se desea cultivar un estado de inconsciencia son mejores aquellas técnicas en las que se pierde la noción de Yo, en cambio, si se quiere fortalecer las funciones autoreguladoras, es mejor una técnica dialógica o de mente en blaco. En mi experiencia, por cualquiera de los caminos es posible alcanzar el estado de mente en blanco, siempre que vaya acompañado de una transformación profunda del nivel de conciencia.

Una conclusión general es que la meditación mejora la salud física, el bienestar psicológico, contribuye al desarrollo valórico y socio-emocional, flexibiliza la conducta, mejora funciones cognitivas como la memoria, el rendimiento y la adaptación al medio. Sin embargo, los resultados difieren significativamente entre distintas técnicas, personas y contextos.

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