martes, 31 de enero de 2017

Nuevos movimientos espirituales

Rodrigo González, 2017
Nuevos movimientos espirituales

Hace algunas décadas se etiquetaba peyorativamente a cualquier práctica espiritual distinta a la religión dominante. Para evitar términos discriminatorios, surge la expresión “nuevos movimientos espirituales” como un eufemismo para evitar el uso indiscriminado y equivoco del concepto “secta”.

En una primera acepción, los nuevos movimientos espirituales son aquellos que tienen “reciente surgimiento”, por ejemplo, Elijah Siegler (2007) menciona la fundación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días como el primer nuevo movimiento espiritual, sin embargo, este criterio resulta muy arbitrario y engañoso. Una segunda forma de comprender a los nuevos movimientos espirituales consiste en asociarlos al new-age. Pero esta asociación no es reconocida por algunos nuevos movimientos espirituales, especialmente por los que se consideran sucesores de una tradición espiritual tradicional.

Una tercera alternativa es considerar a los nuevos movimientos espirituales como sistemas que representan una búsqueda espiritual crítica a las religiones tradicionales, permitiendo el surgimiento de nuevos espacios simbólicos y relacionales. Cabe destacar, que desde esa perspectiva, el denominativo “nuevo” no se refiere a una data determinada, ni al surgimiento de algo distinto, sino a la renovación espiritual que vive la religiosidad en espacios y épocas caracterizadas por sus crisis y encuentros interculturales. Luego de este periodo crítico, los nuevos movimientos espirituales pueden tomar distintas formas, ya sea volverse esotéricas, tradicionales, sincretizarse para volverse más aceptables, transformarse en sectas  o simplemente desaparecer. Esta definición tiene la ventaja de poder aplicarse a cualquier tiempo, no ser peyorativa a priori y destaca el carácter activo de sus practicantes como protagonistas.

Algunos círculos esotéricos aseguran que sus orígenes se remontan a legendarias civilizaciones prehistóricas que heredaron su sabiduría hasta la actualidad.

Imhotep fue un un sabio sacerdote del antiguo Egipto que pasó luego a ser un personaje mitológico, identificado con Toth, el patrón de escribas, jueces, médicos, artistas, arquitectos y científicos. Pitágoras recopiló las enseñanzas del Antiguo Egipto, integrándola con la filosofía griega,  y la escuelas mistéricas de Grecia, la de oriente próximo, en base a las cual fundó una escuela filosófica con rasgos esotéricos. Pitágoras preparaba a sus discípulos para una vida contemplativa con una serie de pruebas. Quienes las lograban pasar eran iniciados en sus misterios pitagóricos.

Gracias a la influencia de Alejandro Magno, se produjo un intenso intercambio cultural entre occidente, oriente medio y oriente. De manera, que se infiltraron y sincretizaron una multitud de concepciones religiosas.Una de las creencias que se sincretizó con la tradición pitagórica fueron las enseñanzas de Zoroastro. Una derivación del zoroastrismo que ganó popularidad en el imperio romano fue el culto a Mitra, un dios procedente de la región indopérsica. Este conjunto de cultos paganos son el escenario en el que se fundó el cristianismo primitivo. Los primeros cristianos debieron utilizar símbolos del mitraismo, para poder ser aceptados. De hecho, muchos ven en el pitagorismo y el zoroastrismo, un claro antecedente del gnósticismo, una de las tendencias predominantes del cristianismo primitivo.

A finales de la antigüedad y principios de la edad media, la figuras de Toth, Hermes, Pitágoras, Abraham, y la incipiente alquímica mágica, se comenzaron a condensar en una sola figura sincretica, llamada Hermes Trimogisto. Hermes Trismegisto, es considerado el padre de las enseñanzas herméticas, y se le atribuyen importantes escritos como el Corpus Hermeticum o el Kybalión (García, 2009).Durante la edad media, las enseñanzas herméticas se pueden encontrar difusamente en las legendarias órdenes de caballería, como la mesa redonda guiada por el mago Merlín o en la leyendaria figura de los Caballeros Templarios en búsqueda del Santo Grial. Pero no es hasta comienzos del renacimiento cuando la figura de Hermes Trimegisto se consolida como una figura integradora del pitagorismo y el cristianismo.

Al mismo tiempo, ciertas cofradías de arquitectos medievales construyeron grandes catedrales inspirados por el hermetismo templario. Estas logias, con el comienzo de la ilustración, dieron paso a las logias  masónicas, que veneran al “Gran Arquitecto Del Universo”.Como explica Ricardo de la Cierva (2010) la masonería operativa (los constructores de las catedrales) era cristiana hasta el siglo XVII, pero a partir de ese siglo se vuelve anticatólica bajo la influencia de algunos protestantes. Paulatinamente, se volvió agnóstica, pero con el correr de tiempo se diversificó en todo tipo de corrientes paganas de inspiración gnóstica o cabalística, pero que en su apariencia externa aparentan promover el "humanismo secular" (el precursor ideológico de la Revolución Francesa y el Comunismo).

Cabe destacar la trascendencia histórica de este tipo de organizaciones iniciáticas. Además, varios de los líderes de los nuevos movimientos cristianos han tenido vínculos con la masonería.  Joseph Smith, el fundador de la  Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y Charles Taze Russell, el fundador de los Testigos de Jehová, expresan por medio de sus fundamentos ideológicos, o en ritos simbólicos muchas  similitudes con las fraternidades iniciáticas con las que tuvieron contacto. Como consecuencia del misterio que inspiran las sociedades iniciáticas han sido el caldo de cultivo para todo tipo de teoría conspiratorias.

Muchas teorías conspiratorias se fundamentan en los iluminatis y los protocolos de Sión.  En 1776 se fundó la Orden Iluminati (de inspiración ilustrada), con un controvertido plan para establecer un Nuevo Orden Mundial. Este nuevo orden consideraba la abolición de todo gobierno, religión, propiedad privada, y la familia. Según John Robison (1798), más adelante la organización se convirtió en una fraternidad paramasónica que se infiltró en varias fraternidades masónicas, los jesuitas y otros grupos de influencia, generando una reacción adversa que terminó con la disolución de la orden iluminati. Con posterioidad e influido en este movimiento, el servicio secreto ruso publicó una artimaña titulada “Los protocolos de los sabios de Sion”, que describía una conspiración judía entre comunistas y capitalistas.

Llendo más allá de las teorías conspiratorias, es importante entender estas fraternidades iniciáticas, ya que junto con el mesmerismo y el espiritismo, son un antecedente importante de la Nueva Era. Me detendré un momento en este último  movimiento.

En 1875 Blavatsky fundó la Sociedad Teosófica, una organización que se dedicó a divulgar las tradiciones espirituales de oriente por todo el mundo. En su Docrina Secreta, Blavatsky (1888) describe el proceso de evolución de la conciencia y la historia de la tierra, abordando temas tan variados como la geometría sagrada, la fisiológica sutil, la psicológica profunda, la astrológica y el simbólismo. En fin una amalgama de nociones herméticas. Luego, los herederos de la tradición teosófica, comenzaron a anunciar desde comienzos de los años 60 el inicio de una Nueva Era que significaría un salto en este proceso evolutivo.

Las interpretaciones de la teosofía han sido muy cuestionadas, sin embargo, tuvieron un importante impacto en la comunidad occidental. Muchos movimientos espirituales y grandes místicos se inspiraron en las enseñanzas herméticas difundidas por los teosóficos. Por ejemplo, algunos eruditos, entre ellos James y Jung, se interesaron por conocer las religiones y las cosmovisiones orientales. Más adelante, Robert Muller se inspiraría en estos estudios para formar la base ideológica de las Naciones Unidas. Por otro lado, las ideas de grupos ocultistas fueron transfigurándose sucesivamente, debido a la influencia del movimiento contracultural, la influencia de agencias de inteligencia y el mercado.

Durante los 50 y 60 estuvo de moda un movimiento contracultural con un importante ingrediente espiritual. Los teósofos y otros movimientos espirituales, vieron en esta contracultura la oportunidad de hacer proselitismo, difundiendo sus ideas sobre la nueva era. Algunos psicólogos transpersonales pertenecían al mismo tiempo a estos movimientos sociales, de manera que actualmente la palabra transpersonal se suele asociar a nueva era, sin embargo, la realidad actual dista bastante de ello.

Ya que la contracultura tiene implicancias sociales y políticas tan profundas, y debido a su incipiente popularidad, este movimiento atrajo la atención de organismos de inteligencia en diversos países. Es difícil decir a ciencia cierta cuales son los ribetes de esta influencia, debido al carácter secreto de dichas operaciones, pero se rumorea en los círculos espirituales que diversas agencias de inteligencia han apoyado diversos movimientos espirituales o que promovieron el uso de drogas que alteran el estado de conciencia, con el propósito de generar diversos fenómenos socio-políticos.

Con el tiempo, la nueva era dejó de ser un movimiento contracultural pasando a formar parte de la cultura predominante, una cultura posmoderna, globalizada y de consumo. Como todo movimiento social posmoderno, la Nueva Era se caracteriza por ser desestructurada y despersonalizada. Por otro lado, por su popularidad, especialmente en grupos de más altos ingresos, la Nueva Era suele ser usada como una estrategia de marketing. La moda incluye todo tipo de productos y servicios tales como comida vegetariana, música, ropa, cine, literatura, medicina complementaria, decoración, turismo o libros de autoayuda. Esta tendencia ha evolucionado hasta un punto en que es difícil distinguir si los intereses de algunos “maestros espirituales” o “terapeutas” son económicos, políticos, por popularidad, o verdaderamente espirituales.

El resultado total de todos estos factores  ha convertido a la nueva era en una amalgama de cosas difícil de digerir. Lamentablemente la fusión holística se ha transformado en toda una con-fusión. En resumen, la nueva era podría concebirse como una red global de personajes y grupos, basados en culturas prehistóricas, enseñanzas herméticas, nuevos movimientos espirituales, y personas afines al mundo transpersonal.

Las iglesias cristianas han denunciado que la Nueva Era exalta el egoísmo y la arrogancia al enseñar que se puede alcanzar un estado divino sin la gracia de Dios. La iglesia católica, también ha manifestado que la Nueva Era engaña a algunos cristianos, haciéndolos creer que sus prácticas son compatibles con la tradición católica cuando mezclan conceptos cristianos con otras creencias paganas.

Algunos investigadores de la nueva era también detectan cierto autoritarismo detrás de la utópica fraternidad universal dirigida por una especie de aristocracia espiritual involucrada en sociedades secretas. En la utopía new age no se aclara como compatibilizar la unidad con la pluralidad, y por lo tanto, es difícil encajar esta postura con la retórica de la participación democrática en un nuevo orden interplanetario. Más bien, parece tratarse de una forma sutil de dejar a los individuos vulnerables ante la manipulación. Les preocupa que tras la fachada de varios líderes de la nueva era,  se esconda un narcisismo espiritual con rasgos paranoides (Lahood, 2010; Spangler, 1988).

La Nueva Era se ha hecho presente en Chile con mucha fuerza (Sassenfeld, 2002). Entre los líderes espirituales que más han influido en el medio nacional se puede mencionar a: Krishnamurti, Rudolf Steiner, Osho, Bahaullah, Silo, Oscar Ichazo, Isha, Tom Heckel, Sixto Paz, Miguel Serrano y Samael Aun Weor.

Resulta interesante hacer el contraste entre Blavatsky y Krishnamurti. Ambos personajes representan dos estereotipos de líderes espirituales: mientras que la teosofía es altamente especulativa y formalizada, Krishnamurti encarnó la mística sin forma. Quizás todos los líderes, de los diversos movimientos espirituales, pueden ser localizarse en un contínum entre estos dos extremos.

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